lunes, 21 de abril de 2008

Del machismo colombiano y otros demonios

Discutiendo con mi amiga Christine, francesa ella, pero ducha, como diríamos en Colombia, en la cultura colombiana y que a continuación más bien ilustraré como incultura e indiferencia de género, recordé las cosas que no extraño ni poquito de mi Colombia o al menos la Colombia caleña y según Christine de Medellín y estoy segura que de otras ciudades también.

Sin más introducciones algo que no disfruto ni en lo más mínimo son los desgradables piropos que los choferes , peatones, pasajeros de buses, etc...les dicen a las mujeres. Y no hablo de los piropos bonitos que se dicen de la mejor manera con la intención de halagar a una mujer, hablo de los grotescos "qué buena...para darle lengüita" que hasta asco me da escribirlos en mi blog pero que escribo a manera de denuncia. Para no entrar a profundizar en comportamientos aún más inaceptables como los de aquellos hombres que se atreven a "mandar la mano" donde no tienen el más mínimo derecho de mandarla.

Recuerdo el caso que levantó polémica a nivel jurídico y social. El mensajero motorizado que le tocó una nalga a una mujer que caminaba por la calle. Al final la mujer terminó crucificada por la insignificancia de la denuncia en un país donde hay cosas más importantes qué denunciar y la víctima resultó siendo el mensajero porque al "pobre" lo condenaron a un par de años en la cárcel. Un hombre que no pensó que por alguna vez alguien le pondría un límite el alcance de su mano y a su atrevimiento.

Me pregunto si es tan difícil ponerse en el lugar de una mujer que tiene que aguantar en promedio unas dos o tres joyitas como las de la "lengüita" diarias por no contar la tocada de nalga alguna vez en la vida. Para muchos estos será superficial, repito. Pero para mi, esto hace parte de nuestra dignidad como mujeres con derecho a sentirnos respetadas en nuestra ciudad. Probablemente cuando esté viejita y con años de experiencia encima esto no tendrá la menor importancia, pero ahora mismo la tiene y me siento con todo el derecho de expresarla así como esos hombres colombianos se sienten con el derecho de decirte el montón de cosas que te dicen cuando te subís a un bus o cuando pasás la calle y te los cruzás en el semáforo.

Creo que el juez que dictó la sentencia del mensajero tocón tuvo que ser una mujer o al menos tener la sensibilidad femenina porque solo así es posible imaginar o saber con certeza lo que es que a uno lo toquen en la calle.

Empecé hablando de piropos y terminé profundizando en lo que no quería inicialmente, pero qué más da!

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