domingo, 23 de noviembre de 2008

Surfing a couch o durmiendo con un desconocido



Foto tomada de aqui


Hoy quiero dedicar una entrada a un sitio que me ha permitido conocer a un par de personas que de otra manera no habría podido conocer. Sin entrar en detalles sobre ellas, quiero aclarar que no se trata de ningún dating site o algo parecido, aunque como me decía una amiga argentina que vive en Barcelona y que también hacer parte de la red mundial de Couch Surfers, "couch surfing is not a dating site...but it helps".


CouchSurfing es más que una página web. Esta red intenta unir viajeros y anfitriones para intercambiar experiencias, puntos de vista y al final si todo cuadra, comenzar una amistad.

CS es ideal para establecer contactos cuando te vas a vivir a otra ciudad o país y no conoces a nadie. Couch Surfing también tiene sus desventajas y creo que una de ellas, en mi opinión es que muchos de sus miembros parecen ser algo fanáticos con respecto a su filosofía y la toman como algo que deben expandir y quienes no la comparten son en alguna forma "pecadores", pero supongo que esto ocurre en cualquier proyecto. Además la pasión de algunos de sus miembros puede volverse un problema para quienes no somos tan radicales.


Personalmente este proyecto me ha permitido planear un viaje a Berlin, ciudad a la que le tengo mucho aprecio por todo lo que tiene para ofrecer. Hace algún tiempo tenía contactos en Berlín donde habría podido llegar en diciembre, pero como la vida da sus vueltas y esos contactos que uno tiene también, pues esta vez no pasaré año nuevo con ellos. Esta vez planeé un viaje aventurado a pasarla con completos desconocidos que comparten como yo, el deseo de abrirse al mundo y de compartir lo que tenemos para ofrecerle. Pasaré año nuevo en el frío Berlín en el BWC Berlin Winter Camp y tengo muchas expectativas al respecto. Estoy segura de que será una gran experiencia.


Bueno, ya les dejo la inquietud del proyecto de couch surfing que no tiene ni límite de edad ni condiciones de inscripción, salvo que tengas una mente abierta y un mínimo de sentido de convivencia. Yo ya he reclutado un par de amigos a quiénes les dejé una referencia en su perfil que me sirvió para expresarles el afecto que les tengo públicamente.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Mi Buena Suerte (Obama y yo)


Casi nunca he dudado de mi buena suerte. Y hoy he confirmado que no me ha abandonado. Por supuesto que hablo de esa suerte que te acompaña cuando te ganás el juguete que rifan en la fiesta infantil o el mercado de la 14 (qué ni mi mamá ni yo nunca nos hemos ganado!) o la lotería, pero esta última suerte ya pertenece a otra escala. De esa suerte pequeñita que te trae alegrías pequeñas y que te hace sentir que el universo conspira (o mejor se mueve) a tu favor, de esa y de esos golpes de suerte que te sacan una buena sonrisa, hoy fui una favorecida.


Al llegar de mi segundo día de stage (que es la práctica profesional), automáticamente me dirijo al buzón (boîte aux lettres) donde no recibo nada :( , excepto publicidad porque ni siquiera el banco me escribe ya que cambié mi dirección por la de la secretaria del master cuando me fui de vacaciones...la pobre viejecita que no tiene quien le escriba...jejeje.


Abro el buzón y oh sorpresa! Hay un paquete para mi, pero quién me puede escribir, nadie sabe mi nueva dirección, seguro es un paquete para el antiguo habitante de mi cuarto...reviso, no, es para mí. Dice Mademoiselle Sandra...nom de famille tout bien écrit en écriture française. Je regarde, je laisse la surprise pour ma chambre. (tiene mi nombre completo escrito a mano con letra francesa, miro el sobre, dejo la sorpresa para mi cuarto).


Finalement je monte, j'arrive chez moi et j'ouvre l'envelope. Je me dis que c'est peut-être un document de l'amende que j'ai du payer avant pour ne pas avoir la carte du transport avec moi.

Je ne me trompe pas. C'est de la compagnie du bus mais c'est un DVD. Je lis la lettre qui vient avec le DVD et je lis:

"félicitations, grâce à votre participation au jeu du TUR BUS TOUR, vous êtes la gagnant d'un DVD..."

(resumen: me gané un DVD por haber participado en un juego donde ponia mis datos y respondía a unas preguntas del servicio de bus)

Luego, muy alegre, bajo a visitar a mis amigos de la residencia, Damien y Loïc. Loïc no estaba, pero Damien si y le conté que estaba contenta y la razón de mi alegría. Damien no se alegró tanto como yo, pero igual me escuchó...jejejee. Al final fui un rato más tarde donde Daniela quién estuvo presente cuando metí el papelito en la tómbola y vió cómo el vendedor de la tarjeta de bus me soplaba todas las respuestas. Nos reímos a carcajadadas por mi buena suerte. Ella se acordó también de la otra vez en que me gané un bono de compras de 3 euros en Carrefour cuando pagué en la misma caja que ella...

Luego pasé de regreso a mi cuarto y Loïc había llegado. El me dice, Sandra, hoy hay dos personas contentas, Obama y tú. Yo le dije, claro, guardando las proporciones, digamos que sí. El por ser el presidente de Estados Unidos y yo porque me gané un DVD..."the story of the Who".






sábado, 1 de noviembre de 2008

Cultura de violencia en Colombia

Como siempre, intentando descrifrar la cultura de mi pais, hoy me encuentro con una columna muy sencilla como la que a continuación reproduzco. El columnista describe de manera clara y precisa una parte significativa de nuestra cultura colombiana: nuestra aceptación de la violencia.
Creo que parte de esta aceptación tiene que ver con la supervivencia. En un país donde la mayoría no respeta las normas mínimas de convivencia, creo que adaptarnos a nuestro entorno es indispensable para sobrevivir, así sea acostumbrándonos a la violencia más sutil. Sin ánimo de justificar nuestro comportamiento, creo que esa es una de las razones de nuestra situación.
Aquí está la columna:
Nuestra cultura de violencia
Por: Juan Carlos Botero
ESTA ÉPOCA DE BRUJAS Y FANTASMAS, curiosamente, me recuerda una realidad bastante más terrenal y aterradora, y es un hecho que la gente a menudo olvida: la violencia es un concepto relativo. Y me pasa siempre porque cada octubre, en un condado del sur de la Florida, surge un acalorado debate entre el público y las autoridades: si se debe permitir que los jóvenes salgan armados, en la noche de las brujas, con latas de espuma de afeitar.
No es una broma. Resulta que los chicos, como una travesura que suponen inofensiva, durante la noche emprenden batallas campales de espuma, y trazan dibujos en los vidrios de los autos y escriben frases de amor en las aceras. Hasta ahí no hay problema. Lo malo es cuando la gente, mucha de ella de la tercera edad, sale de la casa de sus familiares, luego de celebrar la recolección de dulces y de gozar con sus nietos disfrazados de princesas, piratas o superhéroes, y resbala en la espuma, fracturando un hueso que, a esa edad, siempre es grave. Sin embargo, lo relevante es el debate. Porque en un lugar así, en donde se discute en serio si la espuma de afeitar es peligrosa, cometer un acto realmente violento sobresale en toda su claridad.
Mario Vargas Llosa ha dicho que la violencia en una sociedad comienza cuando alguien se pasa un semáforo en rojo. Y no sólo por el peligro que el acto implica, sino por la falta de respeto que refleja hacia los demás. Y ahí está el problema, pues la gente olvida que la violencia es, como ya lo dije, un concepto relativo. En ese condado de la Florida, en donde se analiza si la espuma de afeitar representa un peligro para la comunidad, que alguien se pase un semáforo en rojo no es un chiste.
El drama de Colombia, en cambio, no es que un puñado de individuos cometan actos violentos. El drama es que la violencia ha sido tan frecuente en nuestro medio, ocurriendo en niveles tan elevados y constantes, que se ha creado una cultura de la violencia. Y en ese momento pasa lo mismo que sucede con el machismo. No es que los hombres en América Latina sean machistas. Lo grave es que la cultura es machista, y por ello contagia a todas las personas: a los hombres y a las mujeres, a los niños y a las niñas, y la población se vuelve, entonces, no sólo víctima del machismo, sino también su reproductor.
Igual pasa con la violencia. En Colombia hemos permitido que exista una cultura de la violencia, y ésta se ha infiltrado en la conducta diaria de la población. Se nota en la forma como la gente conduce su auto, o resuelve sus disputas domésticas, o castiga a sus hijos. Desde hace demasiado tiempo padecemos en carne propia, o vemos en los medios, tal avalancha de violencia, que sin saberlo nos hemos convertido no sólo en víctimas de la misma, sino también en sus reproductores.
En efecto, en un país en donde llamamos a los mendigos desechables; en donde asesinan a cuatro candidatos presidenciales en una sola elección; o eliminan a bala un partido político completo (como la UP); o la guerrilla, los narcos y los paramilitares cometen atrocidades que no se veían desde el Medioevo; y, para rematar, hay mínimas consecuencias (pocas condenas, mucha impunidad y escasa justicia), ¿qué tan grave es pasarse un semáforo en rojo? Parece un juego de niños. Un juego que refleja falta de respeto por el otro y, peor aún, por la vida del otro. En un contexto semejante, la vida misma pierde su valor. Y en ese momento todos somos perdedores.