jueves, 13 de marzo de 2008

A mis viejos

En vista de que no he tenido internet en casa desde que llegué a Francia, me veo obligada a publicar de manera masiva textos que había escrito hace un rato. El siguiente por ejemplo, lo escribí el 23 de febrero, antes de viajar a Francia, país donde tuve que hacer mi movilidad en este segundo semestre.

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De nuevo empacando y de nuevo extrañando...los.


Hace exactamente cinco meses me encontraba en una situación similar a la que me encuentro ahora. Estaba corriendo con los preparativos para mi viaje, para mi aventura Erasmus Mundus. En ese momento no visualizaba el impacto que esta experiencia iba a tener en mi vida porque estaba demasiado preocupada por el proceso de mi visa. Justo un lunes 24 de septiembre pude al fin respirar y ver más allá de lo próximo que tenía en ese momento, porque solo hasta ese lunes tuve en mis manos la dichosa visa que había estado esperando por seis largas semanas (Había depositado mi solicitud el 8 de agosto).


Sin embargo, nada me había intuir lo feliz y a la vez errante que iba a permanecer durante los siguientes meses. Hoy, a cinco meses de haber comenzado esta aventura puedo decir que el balance es muy satisfactorio a pesar de los altibajos que uno puede sufrir por estar lejos de casa, lejos de los nuestros. Tal vez es al mismo tiempo eso lo que te ubica cuando te sientes perdido. Estando lejos valoras tus raíces y fortaleces tu identidad, al tiempo que la completas con las perspectivas que otros te ofrecen.


Las mismas dudas que nos saltan cuando estamos en familia son las mismas que ahora tengo. Qué será de mi vida en unos años? Dónde estaré trabajando? En qué idioma estaré hablando, viviendo, sintiendo? Con quién estaré compartiendo mi vida? Seguiré dejando mis amigos regados por el mundo como antes los dejé en Cali y como ahora los dejo en Granada?


Pero todo se resuelve haciendo una llamada y sintiéndome de nuevo en casa, pudiendo pensar con claridad y aterrizando mis dudas, miedos y sueños. Al final son mis viejos el motor de mi vida. Son su sacrificio y sus oraciones las que me mantienen enfocada. Como hija única siento que cargo con mucha responsabilidad sobre mi espalda. Tal vez por eso cuando tenga hijos pienso tener más de uno. No quiero que mis hijos sientan la enorme carga de ser hijo(a) único (a). No es que haya sido malo, no, pero siempre es mejor crecer con la compañía de un hermano. Siendo hija única tienes dos opciones, o crecer siendo extremadamente introvertido o muy sociable y manejando la soledad cuando hace falta. En el segundo caso me ubico yo, aunque haya pasado por la primera etapa durante mi adolescencia.


Sin adentrar más en detalles sobre la conveniencia o no de ser hijo único, quería resaltar la importancia de mis padres en mi vida. Cada vez que hablo por teléfono con ellos, me da mucha alegría saber que se sienten orgullosos de mi y que están felices a pesar de mi ausencia. Si ellos supieran lo orgullosa que yo estoy de ser su hija, de haber nacido de una pareja madura que esperó muchos años para encontrarse y para luego tenerme, porque ambos se casaron muy mayores. Que a pesar de que apenas hayan terminado primaria, me han enseñado más que muchos profesores que tienen no sé cuántos doctorados. Qué a pesar de que soy muy diferente a ellos, les reconozco su constancia y sacrificio en la vida tan mesurada que han llevado. Que aunque su sabiduría no haya llegado más allá de la tienda que manejan en el barrio primero de mayo de Cali, sus genes están recorriendo el mundo y espero que a estas alturas tenga algo de la sabiduría que sus años les ha dado. Qué me hacen una falta la hijuemadre! Qué los llevo en mi corazón y en mis pensamientos constantemente y que me moriría por abrazarlos y decirles en persona todo lo que acabo de escribir aquí mismo a viva voz!


En dos palabras que 'los amo', mis gordos bellos.



1 comentario:

Juan F. Remolina C. dijo...

Se huele alma y sudor en lo que escribes.