martes, 22 de abril de 2008

Por el derecho a cambiar de opinión

En estos momentos me pongo a pensar en lo incómoda que me sentí cuando un amigo me dijo que era como muchas mujeres latinoamericanas que cambiaban mucho de opinión.

Quiero defender en estas líneas el derecho a cambiar de opinión. Soy una de las que defiende la coherencia del discurso con los hechos y quienes ve en esta situación un problema grande en la educación. Sin embargo, recuerdo que uno de mis profesores de la universidad me decía que este es un problema de todo ser humano, que no solo los profesores enfrentan. Sin embargo, creo que nos hace falta un poco más de humildad a todos los humanos. Deberíamos estar en la capacidad de reconocer nuestros errores y de corregirlos, así como de cambiar de opinión aunque inicialmente teníamos una diferente. Creo que nuestra identidad, por no hablar de personalidad, está en constante construcción y si no admitimos que podemos aprender de nuestros errores y por lo tanto cambiar de opinión frente a múltiples temas, nos vemos como seres inacabados y estáticos que no tienen mayores progresos por hacer.

Leyendo en el tren de regreso de Paris, supe que según Sartre soy una salaud (no estoy segura de la forma femenina de este término) porque tengo un pensamiento que relaciona algo divino con mi vida en la tierra. Selon ses mots, si je pense "que Dieu m'a voulu, m'a creé" j'ai une besoin d'exister. Sin embargo, si esta opción la tomo como propia y le da sentido a mi vida así como quienes tienen una búsqueda personal alejada de una visión espiritual de la vida, considero que si esto le da sentido a mi vida, con eso basta.

Yo estoy lejos de ser una gran pensadora, pero considero que cada uno tiene el derecho de creer sea en la razón, en una moral, en un Dios que guíe su vida sin que esto se vuelva un pretexto para imponer muchas cosas. Sin embargo, cuántas cosas en este mundo cada vez más complejo está lejos de ser explicada por nuestra razón?


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